¿Qué es el puerperio?

El puerperio es el momento biológico que sucede tras el parto y que se extiende el tiempo necesario para que el cuerpo materno vuelva a las condiciones pre-gestacionales. Suele durar unas 6-8 semanas o 40 días. El principal objetivo durante estas semanas es asegurar que la madre se encuentra en un estado saludable y en condiciones de cuidar de su recién nacido y que dispone de toda la información necesaria para este cometido.

Éste es, sin duda, un  periodo de cambio, de adaptación y de aprendizaje. Una experiencia enriquecedora, llena de alegría, expectativas y posibilidades. Sin embargo, también puede ser una etapa vulnerable, de fragilidad emocional, repleta de miedos e inseguridades. El cambio en el rol parental y de pareja puede dificultar el equilibrio para atender las necesidades del bebé y de la madre.

Los vínculos afectivos

Los movimientos fetales actúan como un estímulo a partir del cual las madres elaboran las fantasías sobre cómo será su maternidad. Durante el embarazo, su cerebro crea nuevas neuronas que facilitarán la transición a la conducta maternal, dotándole de una gran sensibilidad emocional y  de mecanismos para dar respuesta a las demandas del recién nacido. El vínculo madre e hijo, que se forma durante el embarazo, está influenciado por la relación de pareja, el entorno social y por la crianza recibida de los propios padres. Es por eso que hay una necesidad de revisar los vínculos primarios para poder conectar afectivamente con el bebé.

Tras pasar por una experiencia tan intensa como la de dar a luz, no solo el cuerpo de la mujer cambia, el estado emocional de la madre también se ve alterado. A menudo la madre se forma una imagen ideal del parto y de la maternidad que no siempre coincide con lo que se encuentran después.

El sentimiento maternal

El primer contacto piel con piel con el bebé suele despertar el sentimiento materno. Pero no siempre es así. En ocasiones, éste aparece más tarde, con la convivencia con el bebé, con cada abrazo. Las inseguridades y miedos son muy habituales, especialmente los primeros días tras el parto y en mamás primerizas. La responsabilidad del cuidado del bebé, el nuevo rol en la familia puede llegar a oprimir a la madre. Muchas mujeres no se sienten felices con su bebé en un primer momento, llegando a sentirse culpables por ello. Y es que las primeras semanas después de dar a luz son muy duras y, en ocasiones, la sensación de desánimo enturbia esta nueva experiencia. El cansancio y la falta de energía acrecientan este sentimiento. La tristeza que experimentan algunas mujeres tras dar a luz es bastante habitual, suele aparecer durante la primera semana tras el parto y desparecer al cabo de pocos días. Esto se conoce como “maternity blues”, “baby blues” o leve depresión posparto.

La depresión postparto

Hablamos de depresión postparto cuando esta sensación de desánimo y tristeza se intensifica y/o dura más de un mes después del nacimiento del bebé. Los síntomas de ésta no tienen porque aparecer inmediatamente después del parto, si no que pueden empezar más adelante. En este caso, las mamás pueden experimentar crisis de angustia, llantos sin motivo aparente, sentimientos de culpa y pérdida de interés por la realización de actividades, también con aquellas relacionadas con el bebé. Si esto sucede es importante acudir al médico o psicólogo para recibir un tratamiento adecuado. Se calcula que la depresión puerperal afecta a un 10% de las madres. Se desconocen las causas exactas que la provocan, siendo a menudo los cambios hormonales, los culpables. Sin embargo, no podemos obviar otras causas sociales y emocionales.

El apoyo psíquico y emocional es muy importante para la recuperación y bienestar de la madre. A menudo ésta encuentra poco espacio para poder expresar sus sentimientos y no siempre es comprendida por su entorno más próximo, lo que le lleva a sufrirlo en silencio y soledad. Éste debería facilitar y acompañar a los padres en esta nueva etapa de adaptación. Y reforzar la autoestima de la mamá mediante la empatía. Es también importante saber pedir ayuda y aceptarla, dedicarse algo de tiempo -por poco que sea- a uno mismo e intentar no exigirse demasiado. Crear tribu con otras madres o familiares en la etapa de crianza y sentirse respaldado y querido son las mejores recetas para afrontar la preciosa, pero durísima maternidad.

*Foto de pixabay.